Las competencias emocionales y los talentos intelectuales se complementan como la llave y la cerradura.
Claves para gestionar las reacciones emocionales
Encaminar nuestra energía en una dirección disciplinada, aprender a ver los problemas con distancia y saber distinguir un entusiasmo pasajero de un proyecto viable es parte de lo que se conoce como competencias emocionales.
Estas cualidades del intelecto tienen que ver además con el autocontrol, esa capacidad para reaccionar de manera sensata y organizar las emociones de una forma eficiente.
Gestionar las emociones hacia un objetivo nos permite mantener la motivación. Conocernos a través de la experiencia nos ayuda a equilibrar, organizar y conducir nuestras fuerzas y debilidades.
El autocontrol es por sí mismo una habilidad que se aprende en la universidad de la vida, con la experiencia. Actuar por impulsos nos vuelve esclavos de las pasiones, y, al mismo tiempo, nos conduce a arrepentirnos y a pedir disculpas constantemente.
Aunque se puede escribir un tratado completo sobre las competencias emocionales, en este momento destacaremos tres de ellas.
Automotivación y optimismo
Una mente inteligente y equipada de prótesis memoriosas y de teléfonos inteligentes de nada nos sirve si, ante los infaltables obstáculos que nos oponen las circunstancias, nos sentimos derrotados porque las cosas no eran lo que esperábamos.
Por paradójico que suene, tomar una distancia de nuestros problemas es una de las formas de enfrentarlos. Centrarnos en el problema y no en la solución del mismo nos inmoviliza como a los estudiantes que sí se prepararon para el examen y cuyo nerviosismo les impidió recordar las respuestas.
Habilidades sociales
Así como los bostezos son contagiosos, sucede con socializar el entusiasmo. Una de las competencias emocionales que distinguen un líder es precisamente su capacidad para transmitir vitalidad a los proyectos que emprende.
Algunos tratados de psicología aluden a que la condición del carisma no tiene que ver con una jerarquía tanto como a desarrollar capacidades para organizar el caos, encontrar soluciones y entender la postura del otro para así poner fin a querellas muchas veces surgidas solo del nerviosismo.
Autocontrol emocional
El subdesarrollo no es solo una condición material de estancamiento generalizado, también es la perseverancia en una serie de actitudes y prejuicios. En los países como en los individuos donde no hay una eficiente gestión emocional prevalece una sensación de la inutilidad de los esfuerzos, del trabajo emprendido, y una falta de anhelos y ambiciones.
Además de una perseverancia en actitudes destructivas, como envidias y comparaciones, ceguera ideológica, abulia y un fatalismo que paraliza. Aprender a gestionar y poner en su lugar todas y cada unas de nuestras emociones redunda no solo en nuestro estado anímico, sino en el de nuestro entorno.
Fuentes
Emmerling, R. (2021). “Consortium for research on emotional intelligence in organizations”. Consultado el 19 de abril de 2021 de http://www.eiconsortium.org/